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Este recuerdo, del admirable marino Guillermo Brown, correspondería hacerse en el contexto de las Guerras de Independencia. Sin embargo la semilla de la epopeya browniana nació en los días que estamos evocando.
Recién casado Guillermo Brown se había radicado en Montevideo para dedicarse al comercio, probablemente pensando en descansar de las penurias de la vida y los combates en el mar.
Con ese mismo motivo viajó a Buenos Aires justamente en el momento en que se hallaba conmocionada por los dolores de parto, que darían a luz a la Nación que hoy conocemos como Argentina, entre abril y mayo de 1810.
Tan fuertemente impactó en el marino, de origen irlandés, la Revolución de aquel Mayo, que comenzaría a intervenir de manera cada vez más ejemplar y decisiva hasta el punto de arriesgar la vida por estas tierras convirtiéndose en un militante de la causa de mayo .
Su extraordinario coraje y su pericia como guerrero del mar, puesto a prueba innumerablemente, lo convirtieron en el padre de la "Armada Argentina".
Sin ser hijo de esta tierra actuó como el mejor, ganándose por honor y dignidad todos los reconocimientos que se le tributan. Había nacido -como una sincrónica coincidencia- en el condado irlandés de Mayo.
Y "Veinticinco de Mayo", se llamó la fragata capitana que algún día lo acompañaría en la victoria. Sobre su proa gritó el Coraje del almirante Brown a sus hombres: "¡Fuego rasante, que el pueblo nos contempla!"
Antes
de empezar su carrera naval en el país, Brown decidió vivir en
Buenos Aires.
Vistiendo como un criollo, con poncho pampa como abrigo y
hablando unas pocas palabras en español, compró unos terrenos anegadizos
en el Bañado de Barracas. Como en cada sudestada la zona se inundaba, mandó rellenar el terreno donde se levantaría la casa, tarea que
le fue encomendada a su amigo, el alarife Mateo Reid, quien la proyecta y
construye. Era de estilo inglés y contrastaba con las otras quintas de la zona.
Brown provenía de una familia de agricultores, quizás por eso dedicó su tiempo entre su compromiso como marino con la independencia del país, al cultivo de la alfalfa que fue su medio de subsistencia. Así se
dedicaba a las tareas rurales, que sólo interrumpía para hacer los
viajes a Quilmes, donde se ocupaba de la venta de caballos, y a Colonia,
Uruguay, donde tenía arrendados unos campos.
Con el tiempo, compró más tierras y las sumó a su quinta. Sobre la "calle del héroe Brown",
hoy avenida Martín García, hizo construir siete casitas para guardar las
herramientas y para que las utilicen los trabajadores.
Las tareas
rurales las combinaba con las celebraciones religiosas, con las obras
benéficas y con sus amigos irlandeses.
Etiquetas: Grandes personalidades, Guillermo Brown
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