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Juana Manso fue una gran escritora, historiadora, educadora y probablemente la primera feminista argentina. Escribió el primer Compendio de Historia Argentina y fue autora de novelas históricas. Su padre José María Manso, participó de las Batallas por la Revolución de 1810.
Fue maestra de maestras junto a Sarmiento.
Es la autora del drama teatral La Revolución de Mayo de 1810 , del cual son los fragmentos que a continuación se transcriben.
Los textos son fruto d
e su investigación histórica.

 
La Revolución de Mayo de 1810


ESCENA III

Corregidor.- ¡Gran fantasma es el pueblo para intimar a los crédulos! No creo en eso que se llama pueblo, y que no pasa de un puñado de sediciosos.
Oficial.- (Entrando) Los jefes de los cuerpos llegan.

ESCENA IV
Síndico.- Señores Jefes de la fuerza armada: sabéis las graves cuestiones que agitan a esta población, desde las infaustas nuevas que llegaron desde la Metrópoli; ellas han alterado sensiblemente el orden de la sociedad, amenazando derrocar la propia autoridad del poder Supremo del Cabildo si no se presta a ser el instrumento de una sedición que, en su inquietud se ensaña contra la persona del Excmo. Sr. Virrey (…) por ser persona que aquí llegó investida de la autoridad real, por otro lado la una representación que se dice firmada por el pueblo, viene a imponernos su voluntad, y aún ha pocos momentos, un grupo de sediciosos, capitaneados por el joven French, ha subido hasta aquí, a repetirnos sus amenazas, a increparnos y a amenazarnos, en fin. (…)
Rodríguez.- (levantándose): ¡Ha llegado Señores, el momento decisivo; el pueblo no es un fantasma, no es un puñado de sediciosos, es una entidad real que levanta en este momento su brazo gigante sobre todas las cabezas! Si nosotros hijos de esta tierra, no fuésemos una fracción de ese coloso que se llama el pueblo; si enceguecidos por el error deplorable que os extravía, quisiéramos tener a raya el torrente que se ha desbordado, solo habríamos conseguido ser sus primeras víctimas. (…) (Golpes abajo)
French.- (desde afuera golpeando la puerta) ¡El pueblo quiere saber de lo que se trata!...
Rodríguez.-¡Oíd Señores! , esa mano de hierro que golpea es la del pueblo…, el tiempo urge. (Siguen los golpes en la puerta y el tumulto) ¿Qué se contesta?
Caspe.-¡Así no se puede deliberar!
Voces.- (Desde afuera) ¡Viva Don Martín Rodriguez!, ¡Viva Saavedra!, ¡Viva Buenos Aires! ¡Abajo Cisneros! ¡Abajo el Cabildo!
Síndico.- ¡Es necesario ceder! Hay que nombrar una nueva Junta (golpes recios)
Beruti.- (Fuera) ¡Abrid al Tribuno del Pueblo! (Siguen golpes y tumultos)
Saavedra.- ¡Es necesario abrir!
Síndico.- (Al Alguacil) ¡Que se abran las puertas!

Obra de Francisco Fortuny


ESCENA V

French.- ¡Señores! ¡Volvemos a la barra del Ayuntamiento, no como peticionarios! Somos embajadores del pueblo soberano. El Pueblo ha reasumido su soberanía natural; retira sus poderes al Cabildo; y viene a declararos, por mi órgano, su voluntad. No necesitamos del Cabildo para nombrar la Junta que nos ha de gobernar; nuestro correligionario Beruti, acaba de confeccionar esta lista, que circulando con la velocidad del rayo, ha obtenido el sufragio universal. Los miembros del nuevo gobierno serán: (leyendo) Saavedra, Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu, Larrea, Paso y Moreno. Ordenamos también que marche una expedición militar a las provincias, llevando las órdenes de la nueva autoridad.
Síndico.- ¡Señores! ¡No creo en el Pueblo!, ¿Dónde está el Pueblo!
French.- ¡Delante de sus ojos!
Síndico.- ¡Quiero ver el que hay en la Plaza! (Sale al balcón) ¡No veo sino media docena de grupos!
French.- ¡Pues, mande tocar la campana del Cabildo y verá si se reúne el pueblo!¡ Y si la campana del Cabildo está sin badajo, yo haré tocar la generala! (Sale corriendo uno del grupo) ; abriré los cuarteles, y entonces, el Cabildo verá al Pueblo! ( Se oye la generala y a la vez la campana que toca a rebato; confusión del Cabildo, agitación en la escena) ¡Asómese ahora, Señor Síndico Procurador!
Síndico.- Ruego a los Señores Corregidores, vuelvan a sus puestos (Cesan las campanas y la generala). Señores, bajo la presión popular, solo resta al Cabildo, llenar sus últimos deberes. Declaro que no hay otra autoridad que la que está deliberando en la plaza pública; que los Señores Mansilla y Anchorena pasen al Fuerte a significar al Virrey que desaloje la residencia gubernativa (Se levantan y salen) Voy a proclamar la nueva Junta (…)
(…)
Fuera.- ¡Viva la Nueva Junta Soberana! ¡Viva la Patria!
Juana Manso de Noranha
(Escrito en 1864)







Instalación de la Junta Gubernativa
[24 de Mayo de 1810]





ACTA DE LA JUNTA GUBERNATIVA 


"En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 24 de Mayo de 1810: estando congregados a la hora señalada en su Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo Gobernador, y colocados bajo de docel, con sitial por delante y en él la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron el Exmo. Sr. Presidente y Señores Vocales electos de la Junta Provisoria Gubernativa, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola, Dr. D. Juan José, Castelli y D. José Santos de Inchaurregui: ocuparon los respectivos lugares que se les tenían designados, siendo el del Exmo. Sr. Presidente en el cuerpo capitular, a la derecha del Señor Alcalde de primer voto; y este arengó al concurso, que se componía de algunos Señores Ministros de la Real Audiencia, Contadores Mayores, Reverendo Obispo, Ministros de Real Hacienda, Dignidades y Prebendados, Prelados de las religiones, Jefes Comandantes de los cuerpos y empleados; haciéndoles entender el fin de aquella concurrencia, y me ordenó a mí el actuario leyese la acta de elección de la Junta, lo que así verifiqué. Después de esto, los Señores Presidente y Vocales por su orden, hincados de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos cargos, conservar íntegros estos dominios al Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino. 


 



Concluida esta ceremonia, dejó el Exmo. Cabildo el lugar que ocupaba bajo de docel, y se colocaron en él los Señores Presidente y Vocales de la Junta: y de allí el Exmo. Señor Presidente dirigió la voz al concurso y al pueblo, incitándoles a la confianza, y manifestándoles que sus ideas y las de la Junta no serían otras que las de propender a la seguridad y conservación de estos dominios, y a mantener el orden, la unión y la tranquilidad pública. Con lo que se concluyó la acta, retirándose los Señores Vocales, por entre un numerosísimo concurso, a la real Fortaleza, con repiques de campanas y salva de artillería en aquella, a donde pasó inmediatamente, el Exmo. Cabildo a cumplimentar a los Señores Vocales. Y lo firmaron, de que doy fe."

Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla - Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena - Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Baltazar Hidalgo de Cisneros - Cornelio de Saavedra - Dr. Juan Nepomuceno Sola - Dr. Juan José Castelli - José Santos de Inchaurregui - Licenciado, D. Justo José Núñez, Escribano público y de Cabildo



El Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810 destituye al Virrey Cisneros y nombra una Junta Provisional Gubernativa. Parte del texto del Acta decía así:


"En la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diez, sin haberse separado de la Sala Capitular del Excelentísimo Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo de dosel, con sitial por delante, y en él, la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron los Señores Presidente y Vocales electos de la nueva Junta Provisoria Gubernativa:

Don Cornelio de Saavedra, Doctor Juan José Castelli,  Licenciado Manuel Belgrano,
Don Miguel de Azcuénaga,  Pbro. Doctor Manuel Alberti, Don Domingo Matheu  y  Don Juan de Larrea, y los Señores Secretarios, Doctor Juan José Paso y Doctor Mariano Moreno,  quienes ocuparon los lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los Prelados, Jefes y Comandantes y personas de distinción que concurrieron... Seguidamente (el Presidente), hincado de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de desempeñar lealmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano, el Señor Don Fernando Séptimo y sus legítimos sucesores y guardar las leyes del Reino..."





La Junta Provisoria queda instalada:
 

"En la muy noble y muy leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diez, sin haberse separado de la Sala Capitular los Señores del Excelentísimo Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo el dosel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo, y los Santo Evangelios; comparecieron los señores Presidente y vocales electos de la nueva Junta provisoria gubernativa (sigue la nómina de los miembros), quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados... y habiéndose leído por mí, el actuario, el acta de elección, el Señor Presidente electo... seguidamente hincado de rodillas, y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano el señor don Fernando Séptimo, y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las Leyes del Reino.
... Finalizada la ceremonia dejó el Excelentísimo Cabildo el lugar que ocupaba bajo de dosel, y lo tomaron el señor Presidente y Vocales de la Junta; y el señor Presidente exhortó al concurso, y al Pueblo a mantener el orden, la unión, y la fraternidad, como también a guardar respeto, y hacer el aprecio debido de la persona del Excelentísimo señor don Baltasar Hidalgo de Cisneros, y toda su familia; cuya exhortación repitió en el balcón principal de las Casas Capitulares, dirigiéndose a la muchedumbre del Pueblo que ocupaba la Plaza. Con lo que se concluyó el acta de instalación retirándose dicho señor Presidente, y demás señores vocales, y Secretarios a la Real Fortaleza por entre un inmenso concurso con repiques de campanas, y salva de artillería..."
*Acuerdos del Extinguido Cabildo




Medidas de Gobierno 
      

Durante los siete meses que duró su gestión (25 de mayo - 18 de diciembre), la Junta Provisional trató de afianzarse pese a las dificultades que se le presentaron con la Real Audiencia, el Cabildo, la resistencia de Córdoba y los preparativos bélicos del virrey del Perú, Fernando de Abascal.
La Junta envió a las autoridades del interior una Circular el día 27 de mayo para informarles acerca de la situación en Buenos Aires y pedirles que enviaran representantes que se irían incorporando a la Junta a medida que llegaran a la capital.
Para asegurar el triunfo de la revolución la Junta envió expediciones militares a Córdoba, al Alto Perú, al Paraguay y a la Banda Oriental.


Entre las medidas de gobierno de carácter social que realizó el primer gobierno patrio merece destacarse la concesión de derechos políticos a los aborígenes y la elaboración de normas para facilitar la venta de terrenos a los agricultores.
En el aspecto económico, favoreció el libre comercio, redactó un nuevo reglamento para la actividad comercial, ordenó la apertura de puertos como Maldonado y La Ensenada, persiguió el contrabando y protegió la industria minera.



 





19 y 20 de diciembre de 2001:
Cuando el Pueblo supo de qué se trata...


Ilustración Lero Rosales
lerorosales.blogspot.com

Dientes de cordero
En memoria del “argentinazo”

Dientes de cordero, sobre la ciudad
Árboles de fuego, para Navidad
Ollas que destellan, en la noche azul
Abollada estrella, vieja Cruz del Sur

Los lobos ahora se excitan,
tiemblan frente a la TV
Aunque el plan sale de prisa
El plan va saliendo bien
Dientes de cordero, cruzan la ciudad
Gritan su deseo de justicia y libertad

Despertar de un sueño turco y sin nariz
Carnaval del hambre, se fue la perdiz
Piquetes y horcas, muerte en el corral
El poder es ciego, no puede escuchar

Me duele la risa, me duele cantar
Basta de cornisas, basta de saltar
Y ahora quien se viene y ahora quien se va
Dientes de cordero, ¡muerdan sin soltar!

Sangre en la vereda, en el palacio gris
Sangre en la escalera, en la tuya bajo tu nariz
Miles de pueblitos - villas, crecen en el interior
Feudos medievales donde, te llaman "señor"
La escuela no abre, cierra el hospital
Sentís el latido ¡lobo!, de la yugular.







Estribillo:
Me duele la risa, me duele cantar,
basta de cornisas, basta de saltar.
Y ahora quien se viene, y ahora quien se va
dientes de cordero, ¡muerdan sin soltar!...


Coro:
Luz de nacimiento
sea tu dolor
que la noche es larga y
¡como quema el sol!


Intérpretes: Los piojos 









Tomas Javier Gomensoro, era en 1810 el cura de la antigua parroquia de Soriano en la Banda Oriental. Inspirado y consciente como pocos de la entidad de lo que moría en el Río de la Plata para dar a luz una Nueva Nación, escribió en los registros de su parroquia un “Acta de Defunción” muy particular por la que luego sería sancionado por la propia autoridad eclesiástica.
La historia lo reivindica viendo en él al sacerdote apasionado por la libertad material y espiritual de nuestros territorios colonizados.
En el libro parroquial donde debían registrarse los nacimientos y defunciones, el 25 de mayo de 1810 se lee:
"El día 25 de este mes de Mayo, expiró en esta Provincia del Río de la Plata, la tiránica jurisdicción de los virreyes, la dominación déspota de la Península Española y el escandaloso influjo de todos los españoles. Se sancionó en la capital de Buenos Aires, por el voto unánime de todas las corporaciones reunidas en el Cabildo Abierto, una Junta Superior independiente de la Península y de toda otra dominación extranjera, bajo el solo nombre de don Fernando VII. De este modo se sacudió el insoportable yugo de la más injusta y arbitraria dominación."

Cinco meses después anotó:
"El día 20 del presente mes de Octubre, me vi en la dolorosa necesidad de abandonar mi Parroquia huyendo de las persecuciones de los déspotas de Montevideo, escapando de Villa Soriano ante la violencia y persecuciones de los Sarracenos y por aviso que se me dió en la Capilla de Mercedes."

 Agregó más adelante que (lamentablemente para nosotros) arrancó tres hojas que “no tienen partida alguna sino ciertas invectivas que me había arrancado el dolor y por lo tanto las he arrancado”.

Posteriormente Gomensoro viajó a Montevideo y señaló que  “temiendo por persecuciones e insultos de los enemigos de la Patria traje conmigo los libros Parroquiales”, agregando que los entregó al obispo.
En un documento fechado en 1813 en Buenos Aires, Gomensoro denuncia que sufrió "no solo la absoluta privación de los emolumentos de la Parroquia sino también el saqueo y depredación de sus bienes, pudiendo salvar un poco de ropa que en la precipitación de mi viaje, cargué en una balija (sic) y traje conmigo en la canoa en que escapé"; dijo para la posteridad.

Gomensoro sería uno de los tantos curas "gauchos" que se unirían con entusiasmo a la Revolución, enfrentando al poder colonial . Su participación sería fundamental para la independencia de estas tierras. 
Frailes gauchos
por Santos Martinez Koch




La mirada de un librepensador sobre la generación de Mayo : José Manuel Estrada

José Manuel Estrada fue un abogado, escritor y político de fuerte extracción católica que confrontó con las ideas liberales laicas que dieron origen a nuestra organización como Estado moderno. Tuvo un destacado rol en la vida de importantes instituciones educativas como el Colegio Nacional Buenos Aires, la Universidad de Buenos Aires, y el Congreso Pedagógico de 1882.

Su profunda y particular mirada de la generación de 1810 es digna de analizarse críticamente.

De un discurso dado en el citado Colegio Nacional Buenos Aires son los fragmentos que a continuación transcribo. Fue dirigido por José Manuel Estrada el 24 de mayo de 1879 – ciento treinta años atrás- , siendo él Rector de la Institución, a sus alumnos.


La generación de 1810 fundó la nacionalidad argentina, desvinculada jurídicamente del imperio español por la caída de la dinastía borbónica, pero reciamente combatida por los poderes coloniales y metropolitanos, luchando en desmedida arena, con sus letrados convertidos en caudillos, en héroes sus grandes capitanes y sus pueblos en ejércitos, por la tierra y en las aguas, aquí y allá de las cordilleras, un año y otro año, sin reposo ni desmayo; porque dos gloriosas virtudes cívicas la alentaban: fe indeclinable en sus designios, abnegación patriótica que rivalizaba con la austera abnegación de los varones clásicos.

Si retrocedéis hasta aquellos años de maravillosa fecundidad, no sé que cosa debáis admirar mas vivamente: si la grandeza del propósito o la mezquindad de los recursos de una pobre y despoblada colonia, que malcontenta de emanciparse, desata uno de dos torrentes de soldados generosos, partidos del Plata y del Orinoco, que cruzan guerreando el continente para confundirse en el campo sangriento de Ayacucho, ¡magnánimos hermanos de un linaje olvidadizo, mártires y adalides de la independencia americana!


"Carga de caballería de O´Higgins" por Pedro Subercaseaux Errázuriz


(…)La generación de 1810 tuvo la pasión de San Martín; pero no toda tuvo conciencia tan delicada y severa. Su fecundo patriotismo fue fanático. Quiero decir que fue impiadoso, y por ello se ensangrentó en la Cabeza del Tigre, y en la matanza de 1812, imitada de los brutales ejemplos con que los terroristas franceses escandalizaron al mundo; que fue teatral, y por ello sus Castelli y sus Sarratea llevaban a los ejércitos la declamación enfática, la dureza y las intrigas que los convencionales llevaban a los ejércitos de la República Francesa; que fue iluso, y por eso se nutría de paradojas trasfundidas a las masas, que al oírse preconizar soberanas, exigieron su soberanía o la soberanía de sus caudillos; que fue presuntuoso , y por ello las clases cultas creían poder reprimir los apetitos populares oponiéndoles su prestigio, cuyas bases habían desmoronado con pueril ceguedad, y contagiada la fatuidad del conjunto a los individuos, cada hombre y cada círculo se ufanó de poseer el infalible remedio de las públicas dolencias.


"Asesinato de Marat" óleo por Antoine Weerts


Ambiciones, quimeras, partidos de aspirantes y demoledores, escepticismo religioso y moral, fueron los necesarios productos de aquella exageración del patriotismo, maleado por doctrinas insanas y ejemplos perversores. De esta manera, la gloriosa evolución política de 1810 se convirtió en una revolución , y el Rio de la Plata, buscando la libertad, se sumergió en la anarquía.

La demagogia militante estaba en los campos; la demagogia doctrinaria estaba en las ciudades, soñando con reyes imaginarios, debilitándose por las rencillas internas que descomponían los partidos, y renegando de su propio credo cuando aparecía escrito en las banderas de los gauchos.

“Tres cosas son difíciles -dice uno de nuestros libros sagrados-, seguir la huella de la serpiente entre las piedras, la de la nave sobre las aguas, y la del pájaro en los aires; hay una, empero, imposible: seguir la del hombre en la mocedad”. Otra hay imposible también: ¡seguir la huella de los pueblos en revolución!”


(Extraído del libro “Lecciones de Literatura” de Roberto F. Giusti; cap. Noveno: Prosistas argentinos de la época romántica y de la organización nacional; Ed. Estrada, Buenos Aires – 1970)




"La Revolución"
óleo por Valentine Cameron Prinsep
Los tambores de la Revolución Francesa aún resonaban en todo el mundo. Las ideas aún prohibidas por las monarquías y la Iglesia se leían con fruición. Los jóvenes letrados americanos participaban de ellas y a ellas tenían acceso.
Napoleón se subrogaba el derecho a ser el "heredero de la revolución", quien recogiera el parche; pretensión que no todos aceptaban y menos aún fuera de Francia.
En 1808 España ardía en furia... y se reunía en Juntas Constitutivas contra el hermano de Napoleón...
"Viva la Pepa" (Viva la Constitución, la enemiga de José , "La Pepa") le gritaba el pueblo mas español que nunca.
En este panorama y en pos de la Libertad, en la contienda por la Justicia y el Derecho las colonias hispanoamericanas aportaron, en el año de 1810, una de las páginas mas estupendas a la historia del mundo.

Cresta de una ola iniciada hacia finales del siglo XVIII y que tendría su culminación en los campos de Ayacucho, cuando América era "un continente estremecido".


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