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Mostrando entradas con la etiqueta Las asonadas de 1810. Mostrar todas las entradas
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Juana Manso fue una gran escritora, historiadora, educadora y probablemente la primera feminista argentina. Escribió el primer Compendio de Historia Argentina y fue autora de novelas históricas. Su padre José María Manso, participó de las Batallas por la Revolución de 1810.
Fue maestra de maestras junto a Sarmiento.
Es la autora del drama teatral La Revolución de Mayo de 1810 , del cual son los fragmentos que a continuación se transcriben.
Los textos son fruto d
e su investigación histórica.

 
La Revolución de Mayo de 1810


ESCENA III

Corregidor.- ¡Gran fantasma es el pueblo para intimar a los crédulos! No creo en eso que se llama pueblo, y que no pasa de un puñado de sediciosos.
Oficial.- (Entrando) Los jefes de los cuerpos llegan.

ESCENA IV
Síndico.- Señores Jefes de la fuerza armada: sabéis las graves cuestiones que agitan a esta población, desde las infaustas nuevas que llegaron desde la Metrópoli; ellas han alterado sensiblemente el orden de la sociedad, amenazando derrocar la propia autoridad del poder Supremo del Cabildo si no se presta a ser el instrumento de una sedición que, en su inquietud se ensaña contra la persona del Excmo. Sr. Virrey (…) por ser persona que aquí llegó investida de la autoridad real, por otro lado la una representación que se dice firmada por el pueblo, viene a imponernos su voluntad, y aún ha pocos momentos, un grupo de sediciosos, capitaneados por el joven French, ha subido hasta aquí, a repetirnos sus amenazas, a increparnos y a amenazarnos, en fin. (…)
Rodríguez.- (levantándose): ¡Ha llegado Señores, el momento decisivo; el pueblo no es un fantasma, no es un puñado de sediciosos, es una entidad real que levanta en este momento su brazo gigante sobre todas las cabezas! Si nosotros hijos de esta tierra, no fuésemos una fracción de ese coloso que se llama el pueblo; si enceguecidos por el error deplorable que os extravía, quisiéramos tener a raya el torrente que se ha desbordado, solo habríamos conseguido ser sus primeras víctimas. (…) (Golpes abajo)
French.- (desde afuera golpeando la puerta) ¡El pueblo quiere saber de lo que se trata!...
Rodríguez.-¡Oíd Señores! , esa mano de hierro que golpea es la del pueblo…, el tiempo urge. (Siguen los golpes en la puerta y el tumulto) ¿Qué se contesta?
Caspe.-¡Así no se puede deliberar!
Voces.- (Desde afuera) ¡Viva Don Martín Rodriguez!, ¡Viva Saavedra!, ¡Viva Buenos Aires! ¡Abajo Cisneros! ¡Abajo el Cabildo!
Síndico.- ¡Es necesario ceder! Hay que nombrar una nueva Junta (golpes recios)
Beruti.- (Fuera) ¡Abrid al Tribuno del Pueblo! (Siguen golpes y tumultos)
Saavedra.- ¡Es necesario abrir!
Síndico.- (Al Alguacil) ¡Que se abran las puertas!

Obra de Francisco Fortuny


ESCENA V

French.- ¡Señores! ¡Volvemos a la barra del Ayuntamiento, no como peticionarios! Somos embajadores del pueblo soberano. El Pueblo ha reasumido su soberanía natural; retira sus poderes al Cabildo; y viene a declararos, por mi órgano, su voluntad. No necesitamos del Cabildo para nombrar la Junta que nos ha de gobernar; nuestro correligionario Beruti, acaba de confeccionar esta lista, que circulando con la velocidad del rayo, ha obtenido el sufragio universal. Los miembros del nuevo gobierno serán: (leyendo) Saavedra, Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu, Larrea, Paso y Moreno. Ordenamos también que marche una expedición militar a las provincias, llevando las órdenes de la nueva autoridad.
Síndico.- ¡Señores! ¡No creo en el Pueblo!, ¿Dónde está el Pueblo!
French.- ¡Delante de sus ojos!
Síndico.- ¡Quiero ver el que hay en la Plaza! (Sale al balcón) ¡No veo sino media docena de grupos!
French.- ¡Pues, mande tocar la campana del Cabildo y verá si se reúne el pueblo!¡ Y si la campana del Cabildo está sin badajo, yo haré tocar la generala! (Sale corriendo uno del grupo) ; abriré los cuarteles, y entonces, el Cabildo verá al Pueblo! ( Se oye la generala y a la vez la campana que toca a rebato; confusión del Cabildo, agitación en la escena) ¡Asómese ahora, Señor Síndico Procurador!
Síndico.- Ruego a los Señores Corregidores, vuelvan a sus puestos (Cesan las campanas y la generala). Señores, bajo la presión popular, solo resta al Cabildo, llenar sus últimos deberes. Declaro que no hay otra autoridad que la que está deliberando en la plaza pública; que los Señores Mansilla y Anchorena pasen al Fuerte a significar al Virrey que desaloje la residencia gubernativa (Se levantan y salen) Voy a proclamar la nueva Junta (…)
(…)
Fuera.- ¡Viva la Nueva Junta Soberana! ¡Viva la Patria!
Juana Manso de Noranha
(Escrito en 1864)







Instalación de la Junta Gubernativa
[24 de Mayo de 1810]





ACTA DE LA JUNTA GUBERNATIVA 


"En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 24 de Mayo de 1810: estando congregados a la hora señalada en su Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo Gobernador, y colocados bajo de docel, con sitial por delante y en él la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron el Exmo. Sr. Presidente y Señores Vocales electos de la Junta Provisoria Gubernativa, D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola, Dr. D. Juan José, Castelli y D. José Santos de Inchaurregui: ocuparon los respectivos lugares que se les tenían designados, siendo el del Exmo. Sr. Presidente en el cuerpo capitular, a la derecha del Señor Alcalde de primer voto; y este arengó al concurso, que se componía de algunos Señores Ministros de la Real Audiencia, Contadores Mayores, Reverendo Obispo, Ministros de Real Hacienda, Dignidades y Prebendados, Prelados de las religiones, Jefes Comandantes de los cuerpos y empleados; haciéndoles entender el fin de aquella concurrencia, y me ordenó a mí el actuario leyese la acta de elección de la Junta, lo que así verifiqué. Después de esto, los Señores Presidente y Vocales por su orden, hincados de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, juraron desempeñar legalmente sus respectivos cargos, conservar íntegros estos dominios al Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino. 


 



Concluida esta ceremonia, dejó el Exmo. Cabildo el lugar que ocupaba bajo de docel, y se colocaron en él los Señores Presidente y Vocales de la Junta: y de allí el Exmo. Señor Presidente dirigió la voz al concurso y al pueblo, incitándoles a la confianza, y manifestándoles que sus ideas y las de la Junta no serían otras que las de propender a la seguridad y conservación de estos dominios, y a mantener el orden, la unión y la tranquilidad pública. Con lo que se concluyó la acta, retirándose los Señores Vocales, por entre un numerosísimo concurso, a la real Fortaleza, con repiques de campanas y salva de artillería en aquella, a donde pasó inmediatamente, el Exmo. Cabildo a cumplimentar a los Señores Vocales. Y lo firmaron, de que doy fe."

Juan José Lezica - Martín Gregorio Yanis - Manuel Mancilla - Manuel José de Ocampo - Juan de Llano - Jaime Nadal y Guarda - Andrés Domínguez - Tomás Manuel de Anchorena - Santiago Gutiérrez - Dr. Julián de Leiva - Baltazar Hidalgo de Cisneros - Cornelio de Saavedra - Dr. Juan Nepomuceno Sola - Dr. Juan José Castelli - José Santos de Inchaurregui - Licenciado, D. Justo José Núñez, Escribano público y de Cabildo



El Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810 destituye al Virrey Cisneros y nombra una Junta Provisional Gubernativa. Parte del texto del Acta decía así:


"En la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diez, sin haberse separado de la Sala Capitular del Excelentísimo Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo de dosel, con sitial por delante, y en él, la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron los Señores Presidente y Vocales electos de la nueva Junta Provisoria Gubernativa:

Don Cornelio de Saavedra, Doctor Juan José Castelli,  Licenciado Manuel Belgrano,
Don Miguel de Azcuénaga,  Pbro. Doctor Manuel Alberti, Don Domingo Matheu  y  Don Juan de Larrea, y los Señores Secretarios, Doctor Juan José Paso y Doctor Mariano Moreno,  quienes ocuparon los lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los Prelados, Jefes y Comandantes y personas de distinción que concurrieron... Seguidamente (el Presidente), hincado de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de desempeñar lealmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano, el Señor Don Fernando Séptimo y sus legítimos sucesores y guardar las leyes del Reino..."





La Junta Provisoria queda instalada:
 

"En la muy noble y muy leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a veinticinco de mayo de mil ochocientos diez, sin haberse separado de la Sala Capitular los Señores del Excelentísimo Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo el dosel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo, y los Santo Evangelios; comparecieron los señores Presidente y vocales electos de la nueva Junta provisoria gubernativa (sigue la nómina de los miembros), quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados... y habiéndose leído por mí, el actuario, el acta de elección, el Señor Presidente electo... seguidamente hincado de rodillas, y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios, prestó juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano el señor don Fernando Séptimo, y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las Leyes del Reino.
... Finalizada la ceremonia dejó el Excelentísimo Cabildo el lugar que ocupaba bajo de dosel, y lo tomaron el señor Presidente y Vocales de la Junta; y el señor Presidente exhortó al concurso, y al Pueblo a mantener el orden, la unión, y la fraternidad, como también a guardar respeto, y hacer el aprecio debido de la persona del Excelentísimo señor don Baltasar Hidalgo de Cisneros, y toda su familia; cuya exhortación repitió en el balcón principal de las Casas Capitulares, dirigiéndose a la muchedumbre del Pueblo que ocupaba la Plaza. Con lo que se concluyó el acta de instalación retirándose dicho señor Presidente, y demás señores vocales, y Secretarios a la Real Fortaleza por entre un inmenso concurso con repiques de campanas, y salva de artillería..."
*Acuerdos del Extinguido Cabildo




Medidas de Gobierno 
      

Durante los siete meses que duró su gestión (25 de mayo - 18 de diciembre), la Junta Provisional trató de afianzarse pese a las dificultades que se le presentaron con la Real Audiencia, el Cabildo, la resistencia de Córdoba y los preparativos bélicos del virrey del Perú, Fernando de Abascal.
La Junta envió a las autoridades del interior una Circular el día 27 de mayo para informarles acerca de la situación en Buenos Aires y pedirles que enviaran representantes que se irían incorporando a la Junta a medida que llegaran a la capital.
Para asegurar el triunfo de la revolución la Junta envió expediciones militares a Córdoba, al Alto Perú, al Paraguay y a la Banda Oriental.


Entre las medidas de gobierno de carácter social que realizó el primer gobierno patrio merece destacarse la concesión de derechos políticos a los aborígenes y la elaboración de normas para facilitar la venta de terrenos a los agricultores.
En el aspecto económico, favoreció el libre comercio, redactó un nuevo reglamento para la actividad comercial, ordenó la apertura de puertos como Maldonado y La Ensenada, persiguió el contrabando y protegió la industria minera.



 





19 y 20 de diciembre de 2001:
Cuando el Pueblo supo de qué se trata...


Ilustración Lero Rosales
lerorosales.blogspot.com

Dientes de cordero
En memoria del “argentinazo”

Dientes de cordero, sobre la ciudad
Árboles de fuego, para Navidad
Ollas que destellan, en la noche azul
Abollada estrella, vieja Cruz del Sur

Los lobos ahora se excitan,
tiemblan frente a la TV
Aunque el plan sale de prisa
El plan va saliendo bien
Dientes de cordero, cruzan la ciudad
Gritan su deseo de justicia y libertad

Despertar de un sueño turco y sin nariz
Carnaval del hambre, se fue la perdiz
Piquetes y horcas, muerte en el corral
El poder es ciego, no puede escuchar

Me duele la risa, me duele cantar
Basta de cornisas, basta de saltar
Y ahora quien se viene y ahora quien se va
Dientes de cordero, ¡muerdan sin soltar!

Sangre en la vereda, en el palacio gris
Sangre en la escalera, en la tuya bajo tu nariz
Miles de pueblitos - villas, crecen en el interior
Feudos medievales donde, te llaman "señor"
La escuela no abre, cierra el hospital
Sentís el latido ¡lobo!, de la yugular.







Estribillo:
Me duele la risa, me duele cantar,
basta de cornisas, basta de saltar.
Y ahora quien se viene, y ahora quien se va
dientes de cordero, ¡muerdan sin soltar!...


Coro:
Luz de nacimiento
sea tu dolor
que la noche es larga y
¡como quema el sol!


Intérpretes: Los piojos 







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"Cisneros se levantó lleno de fuego..."
A diferencia de otras regiones de la América hispana, la deposición del Virrey, en el Río de la Plata, durante la invasión napoleónica a España, no fue seguida de su prisión y/o muerte.

El episodio está muy bien narrado por uno de los protagonistas el militar y político Martín Rodríguez:

"Esa tarde no se permitió salir a ningún soldado después de la lista. Todos quedaron encerrados en sus cuarteles y completamente municionados, ignorando todos los motivos de esa novedad, como lo ignoraba también el pueblo.
Empezábamos pues, a tratar sobre los primeros pasos que debían darse, y se resolvió mandar una comisión a intimar a Cisneros la cesación del mando.
Resultó el nombramiento en el doctor Castelli y yo, y para asegurarnos mejor, pedimos que el comandante de granaderos de infantería Terrada fuese con nosotros; pues su batallón estaba acuartelado en el fuerte, y bajo los balcones españoles temíamos que, al momento de la intimación, se asomase Cisneros a un balcón, llamase a los granaderos y nos hiciese amarrar.
El comandante Terrada fue con nosotros, se puso a la cabeza de sus granaderos y nosotros subimos. Entramos a la sala de recibo y encontramos allí a Cisneros jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y un tal Goicoelea, edecán suyo. Nos dirigimos a la mesa. Tomó la palabra Castelli y dijo: “Excelentísimo señor tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V. E. la cesación en el mando del virreinato.”
A la vez se levantaron todos, al oír tal afirmación Cisneros se levantó lleno de fuego hacia Castelli, diciendo que qué atrevimiento era aquél. “Que como se atropellaba la persona del rey, que él representaba, que era el mas grande atentado que allí se podía cometer contra la autoridad”. Castelli le contestó”que no se acalorase que la cosa no tenía remedio”. Entonces tomé yo la palabra y le dije: “Señor cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con al contestación; vea V. E. lo que hace”. Entonces Caspe lo llamó a su despacho, estuvieron un momento juntos, salieron y Cisneros, mas templado, nos dijo: 

“Señores cuanto siento los grandes males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso. Bien pues, puesto que el pueblo no me quiere, y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”. Entonces nos despedimos y al dar la vuelta nos dice: “y bien señores, ¿qué es lo que ustedes piensan respecto de mi persona y familia?”. 

Castelli le contestó: “Señor, la persona de V. E. y su familia están entre americanos, y esto debe tranquilizarlo”. Salimos de allí y nos dirigimos a la casa de la reunión, diciendo “Señores, la cosa es hecha: Cisneros ha cedido de plano y dice que hagamos lo que queramos”. Nos empezamos a abrazar, a dar vivas, a tirar los sombreros por el aire. 


En el acto salieron Berutti, Peña y Donado, con varios criados y canastas, a recolectar todos los dulces y licores que hubiese en las confiterías. Se puso una gran mesa en casa de Rodriguez Peña, que duro tres días cubriéndose de continuo para que entrara todo el mundo que quisiese a refrescarse.
Esa misma noche fuimos a casa del señor Leyva, que era el primero de los abogados y asesor de casi todos los virreyes( incluso Cisneros), Saavedra, Castelli, el doctor Paso, Balcarce y yo, y le hicimos presente el paso que acabábamos de dar. Él nos preguntó donde estaba Cisneros. Le dijimos que en el fuerte. “Supongo –replicó- que estará preso allí." Y diciéndole que no nos dijo que hacíamos muy mal, que el primer paso que habíamos de dar era asegurar la persona del virrey.

Martín Rodriguez, 
Memoria autobiográfica











De tal modo que...

La noche del 18 los revolucionarios decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en que quedaba el virreinato después de los hechos de España.

Las reuniones continuaron hasta la madrugada del sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva. 
Reunidos en los cafés
ilustración de Ricardo Delgado

El domingo 20 el virrey Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Por la noche Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de Cabildo Abierto.

El virrey dijo que era una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó: "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo. 

En el "Café de los Catalanes y en "La Fonda de las Naciones", los criollos discutían sobre las mejores estrategias para pasar a la acción.



Ilustración de Ricardo Delgado



¿Qué se dijeron los revolucionarios y el virrey?

Lezica transmitió a Cisneros la petición que había recibido, y éste consultó a Leyva, quien se mostró favorable a la realización de un Cabildo Abierto. Antes de tomar una decisión el virrey citó a los jefes militares para que se presenten a las siete horas de la tarde en el fuerte. Según cuenta Cisneros en sus Memorias, les recordó:

"(...) las reiteradas protestas y juramentos de fidelidad con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público y les exhorté a poner en ejercicio su fidelidad al servicio de S.M. y de la patria".

Como Cisneros reclamó una respuesta a su petición de apoyo, el coronel criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios e integrante de la Sociedad de los Siete, respondió a nombre de todos los criollos diciendo:

"Señor, son muy diversas las épocas del 1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquella existía la España, aunque ya invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su proclama de ayer. ¿Y qué, señor? ¿Cádiz y la isla de León son España? (...) ¿Los derechos de la Corona de Castilla a que se incorporaron las Américas, han recaído en Cádiz y la isla de León, que son una parte de las provincias de Andalucía? No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella".


Ilustracion de Carolus J. Peeping
Al anochecer se produjo una nueva reunión en casa de Rodríguez Peña, en donde los jefes militares comunicaron lo ocurrido. Se decidió enviar inmediatamente a Castelli y a Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros en el fuerte, facilitando su ingreso el comandante Terrada de los granaderos que se hallaban de guarnición ese día. El virrey se hallaba jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y el edecán Coicolea cuando los comisionados irrumpieron. Martín Rodríguez en sus Memorias relató como fue la entrevista, en donde Castelli se dirigió a Cisneros así:

"Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V.E. la cesación en el mando del virreinato."

Cisneros respondió:

"¿Qué atrevimiento es éste? ¿Cómo se atropella así a la persona del Rey en su representante?"

Pero Rodríguez (según vimos en sus Memorias) lo detuvo advirtiéndole:

"Señor: cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con la contestación, vea V.E. lo que hace".

Solamente defendió la posición de Cisneros el síndico procurador del Cabildo, Julián de Leyva. Ante la situación, Caspe llevó a Cisneros a su despacho para deliberar juntos unos momentos y luego regresaron. El virrey se resignó y permitió que se realizara el Cabildo Abierto. Según cuenta Martín Rodríguez en sus Memorias póstumas, escritas muchos años después, sus palabras fueron:

"Señores, cuanto siento los males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso; pero puesto que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran".



Fuente consultada:  El Historiador 


Jurisconsulto, patriota y eximio orador neogranadino, fue una pieza fundamental en los sucesos que dieron independencia a su patria Nueva Granada, hoy Colombia. Pero además su presencia en Venezuela dio fuerza espiritual y moral a Bolívar en los momentos difíciles de su campaña libertadora.

Lúcido como pocos fue impregnando las nuevas construcciones que traía la época de sólida jurisprudencia. Dio fundamento político a términos como soberanía, constitución, nación, ciudadanía, libertad, independencia.
La fuerza de su carácter ejerció un poderoso ascendente entre sus compatriotas.

Tentado por los poderes políticos contra los que sus nuevas ideas entraban en antagonismo los rechazó hasta el año 1809, en que aceptó finalmente bajo la administración del virrey Amar y Borbón, ocupar la plaza de asesor del Cabildo de Santafé, con el fin de tener una posición cerca del elemento oficial que le permitiera ser útil a la causa independentista.

Sin embargo a diferencia de otros preclaros hombres de su época acepta la colonización de América con sus métodos y objetivos y es desde allí donde reclama reparación de agravios que no incluyen a los que España infligió a las Naciones Originarias.


Así, en ese año de 1809, Camilo Torres redactó el documento "Representación del Cabildo de Santafé, capital del Nuevo Reino de Granada, a la Suprema Junta Central de España", documento que pronto se convirtió en panfleto político e instrumento de análisis a la hora de pensar los fundamentos de los nuevos Estados que la historia nos traería.

He aquí algunos de sus párrafos principales:

1809 ."Representación del Cabildo de Santafé,
capital del Nuevo Reino de Granada,
a la Suprema Junta Central de España"


MEMORIAL DE AGRAVIOS
“Memorial de Agravios”
Señor:
Desde el feliz momento en que se recibió en esta capital la noticia de la augusta instalación de esa Suprema Junta Central, en representación de nuestro muy amado soberano el señor don Fernando VII, y que se comunicó a su Ayuntamiento, para que reconociese este centro de la común unión, (…), cumplió con este sagrado deber, prestando el solemne juramento que ella le había indicado; aunque ya sintió profundamente en su alma que, cuando se asociaban en la representación nacional los diputados de todas las provincias de España, no se hiciese la menor mención, ni se tuviesen presentes para nada los vastos dominios que componen el imperio de Fernando en América, y que tan constantes, tan seguras pruebas de su lealtad y patriotismo, acababan de dar en esta crisis. (…) considerando vuestra majestad que los vastos y preciosos dominios de América no son colonias o factorías, como las de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la monarquía española y deseando estrechar de un modo indisoluble los sagrados vínculos que unen unos y otros dominios, como asimismo corresponder a la heroica lealtad y patriotismo de que acaban de dar tan decisiva prueba en la coyuntura más crítica en que se ha visto hasta ahora nación alguna, declaró que los reinos, provincias e islas que forman los referidos dominios debían tener representación nacional inmediatamente a su real persona, y constituir parte de la junta central gubernativa del reino, por medio de sus correspondientes diputados.
(…) El cabildo, pues, en esta real determinación de vuestra majestad, ve una prenda del verdadero espíritu que hoy anima a las Españas, y deseo sincero de caminar de acuerdo con el bien común. Si el gobierno de Inglaterra hubiese dado este paso importante, tal vez no lloraría hoy la separación de sus colonias, pero un tono de orgullo y un espíritu de engreimiento v de superioridad le hizo perder aquellas ricas posesiones, que no entendían cómo era que, siendo vasallos de un mismo soberano, partes integrantes de una misma monarquía, y enviando todas las demás provincias de Inglaterra sus representantes al cuerpo legislativo de la nación, quisiese éste dictarles e imponerles contribuciones que no habían sancionado con su aprobación.
(…) Más justa, más equitativa, la suprema junta central ha llamado a las Américas, y ha conocido esta verdad: que entre iguales al tono de superioridad y de dominio sólo puede servir para irritar los ánimos, para disgustarlos y para inducir una funesta separación.
(…) Si el cabildo, pues, hace ver a vuestra majestad la necesidad de que en materia de representación, así en la junta central como en las cortes generales, no debe haber la menor diferencia entre América y España, ha cumplido con un deber sagrado que le impone la calidad de órgano del público y al mismo tiempo con la soberana voluntad de vuestra majestad.
(…) Establecer, pues, una diferencia en esta parte, entre América y España, sería destruir el concepto de provincias independientes, y de partes esenciales y constituyentes de la monarquía, y sería suponer un principio de degradación.

(…) Las Américas, señor, no están compuestas de extranjeros a la nación española. Somos hijos, somos descendientes de los que han derramado su sangre por adquirir estos nuevos dominios a la Corona de España; de los que han extendido sus límites y le han dado en la balanza política de la Europa una representación que por sí sola no podía tener. Los naturales conquistados y sujetos hoy al dominio español, son muy pocos, o son nada, en comparación de los hijos de europeos que hoy pueblan estas ricas posesiones. (…) Tan españoles somos como los descendientes de don Pelayo, y tan acreedores por esta razón a las distinciones, privilegios y prerrogativas del resto de la nación, como los que, salidos de las montañas, expelieron a los moros y poblaron sucesivamente la Península; con esta diferencia, si hay alguna: que nuestros padres, como se ha dicho, por medio de indecibles trabajos y fatigas descubrieron, conquistaron y poblaron para España este Nuevo Mundo.
(…) En fin, ¿quién hay que no conozca la importancia de las Américas por sus riquezas? Pero no son las riquezas precarias de los metales las que hacen estimables las Américas y las que constituyen en un grado eminente sobre toda la Europa. Su suelo fecundo en producciones naturales que no podrá agotar la extracción y que aumentará sucesivamente a proporción de los brazos que lo cultiven: (…); En cuanto a la ilustración, la América no tiene la vanidad de creerse superior ni aún igual a las provincias de España. Gracias a un gobierno despótico, enemigo de las luces, ella no podía esperar hacer rápidos progresos en los conocimientos humanos, cuando no se trataba de otra cosa que de poner trabas al entendimiento. La imprenta, el vehículo de las luces y el conductor más seguro que las puede difundir, ha estado más severamente prohibido en América que en ninguna otra parte. (…) La América y la España son los dos platos de una balanza: cuanto se cargue en el uno, otro tanto se turba o se perjudica el equilibrio del otro. Gobernantes, en la exactitud del fiel está la igualdad.
(…) ¿Teméis el influjo de la América en el gobierno? ¿Y que por qué lo teméis ?Si es un gobierno justo, equitativo y liberal, nuestras manos contribuirán a sostenerlo. El hombre no es enemigo de su felicidad. Si queréis inclinar la balanza al otro lado, entended que diez o doce millones de almas con iguales derechos, pesan otro tanto en el plato que vosotros formáis.
(…) España ha creído que deben estar cerradas las puertas de todos los honores y empleos para los americanos. Éstos piensan que no ha debido ni debe ser así: que debemos ser llamados igualmente a su participación, y así será nuestro amor y nuestra confianza más recíproca y sincera Por los mismos principios de igualdad han debido y deben formarse en estos dominios juntas provinciales compuestas de los representantes de sus cabildos, asi como las que se han establecido y subsisten en España. Este es un punto de la mayor gravedad, y el cabildo no lo quiere ni puede omitir. (…) Por otra parte, señor, ¿qué oposición es que representen sus derechos? ¿De dónde han venido los males de España sino de la absoluta arbitrariedad de los que mandan? ¿Hasta cuándo se nos querrá tener como manadas de ovejas al arbitrio de mercenarios que en la lejanía del pastor pueden volverse lobos? ¿No se oirán jamás las quejas del pueblo? ¿No se les dará gusto en nada? ¿No tendrá el menor influjo en el gobierno, para que así lo devoren impunemente sus sátrapas, como tal vez ha sucedido hasta aquí? Si la presente catástrofe no nos hace prudentes y cautos, ¿cuándo lo seremos? ¿Cuando el mal no tenga remedio? ¿Cuando los pueblos, cansados de opresión, no quieran sufrir el yugo?
¡Igualdad! Santo derecho de la igualdad; justicia, que estribas en esto y en dar a cada uno lo que es suyo, inspira a la España europea estos sentimientos de la España americana: estrecha los vínculos de esta unión; que ella sea eternamente duradera, y que nuestros hijos, dándose recíprocamente las manos, de uno a otro continente, bendigan la época feliz que les trajo tanto bien. ¡Oh! ¡Quiera el cielo oír los votos sinceros del cabildo y que sus sentimientos no se interpreten a mala parte! ¡Quiera el cielo que otros principios y otras ideas menos liberales no produzcan los funestos efectos de una separación eterna!
Texto completo en : Memorial de agravios

Todas las nuevas juntas que aparecerán en España y especialmente en América entre 1808 y 1810, traerán al proscenio del escenario político el tema de la representación política. Con ella se quebrará profundamente la idea de reino o colonia.
Al formarse en España la Junta Central de Sevilla y el Consejo de Regencia, se invitó a representantes de las colonias a participar, sin embargo la voz de estos representantes fue mínima en las Cortes , una cuarta parte del total de los convocados. Esto provocó en los hispanoamericanos la idea de separarse de la metrópoli a través de la conformación de Estados Naciones. Para plantar este nuevo árbol era necesario darle fuertes raíces, por lo que en el bosquejo de la nueva construcción se pensó en las ricas simientes prehispánicas.
En los textos y documentos los hispanoamericanos se reconocerán fundamentalmente americanos y los nuevos conceptos de la revolución francesa ocuparán sitios especialísimos a la hora de sentar jurisprudencia: aparecerán términos como patria, nación, ciudadanía, representación.
Los sucesos del 20 de julio de 1810 en Colombia


"Pueblos de América: favoreced nuestros designios,¡ seamos uno!"
El caso de Nueva Granada -Colombia- es uno de los más emblemáticos al momento de encontrar representantes de las tensiones que hemos mencionado antes. Se observan en ella los mismos elementos comunes que podemos encontrar en la asonada acaecida dos meses antes en el Rio de la Plata, y aún tres meses antes en Venezuela.
Hubo conspiraciones previas en casas de comerciantes y reconocidos hombres de la ciudad. Hubo hombres y grupos que actuaron firmemente para hacer los contactos y conexiones necesarias para que triunfara una revolución, el terreno estaba previamente preparado.

Francisco José de Caldas, a cargo del Observatorio astronómico fue uno de ellos.

Iniciada la rebelión hubo consultas acaloradas al pueblo “reunido” en la Plaza… hubo una Plaza Mayor característica de todas las principales Grandes Aldeas de las Colonias y en ella el Cabildo, donde se firmarán las primeras destituciones y se constituirán las Juntas, todas ellas en principio en nombre de Fernando VII.

Francisco José de Caldas
Veamos los hechos de la mano del historiador Arístides Ramón Peñuela:
“Aquel viernes, día de mercado, la ciudad de Santafé era el escenario donde confluían campesinos procedentes de diversos sitios aledaños a la ciudad, (…) En los costados de la plaza mayor estaban dispuestas las construcciones del establecimiento político colonial (…). En la esquina de la calle Real con 11 tenía su casa y negocio uno de los protagonistas de la reyerta del 20 de Julio de 1810 entre criollos y chapetones. Era José González Llorente, gaditano que llegó a Cartagena de Indias en 1779. La fortuna que hizo allí con el comercio le permitió trasladarse definitivamente a Santa Fe a comienzos del siglo XIX.
En la ciudad se le identificaba políticamente por sus afectos al soberano y sus ideas realistas. El día de los hechos, según lo relata Acevedo y Gómez "...fue don Luis Rubio a pedir prestado un ramillete a don José González Llorente, comensal del fiscal Frías; Llorente le negó con excusas frívolas; se le dijo que era para disponer la mesa que se le preparaba en obsequio del diputado regio don Antonio Villavicencio y respondió que se caga en Villavicencio y en todos los americanos; al momento que pronunció estas palabras le cayeron los Morales, padre e hijo; se juntó tanto pueblo, que si no se refugia en casa de Marroquín, lo matan".
José Acevedo y Gomez
“Mueran los chapetones; cabildo abierto”, fue la consigna del día, y José María Carbonell, el líder de los 'chisperos'. Entre tanto los criollos como Camilo Torres prepararon la batalla política, que debía culminar en la conformación de una junta de gobierno. José Acevedo y Gómez condujo la conformación de la Junta Suprema de Gobierno que sustituiría al virreinato”.(…)
“Esa junta no sólo no operó sino que alimentó un espíritu radicalmente anticolonial en el bando criollo. Expresiones de este nuevo clima político fueron el Memorial de Agravios de Camilo Torres, fechado el 20 de noviembre de 1809
(EL GRITO DE INDEPENDENCIA, Julio 20 de 1810, La patria del florero; por Aristides R. Peñuela)

Fuente consultada : www.colombialink.com


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